El laberinto interminable de las leyes


«Es extraña la ligereza con que los malvados creen que todo les saldrá bien«-Victor Hugo.

Análisis de “El proceso” de Franz Kafka

La obra “El proceso” escrita por Franz Kafka aparece en el mundo editorial en 1925,  Max Brod terminó de escribirla basándose en el manuscrito que dejó el autor antes de su muerte.

Kafka nace el 3 de julio de 1883 y muerte en 1924.  Es considerado como ídolo de la literatura del siglo XX gracias a sus obras: “La metamorfosis” , “El Castillo” , “América” y “El proceso”.

Joseph K -personaje principal de “El proceso”- es un bancario respetado en su ámbito social; al despertar un día cualquiera se encuentra envuelto en un embrollo judicial. Es detenido bajo una acusación que ignoran él mismo, sus captores, el abogado, los jueces. En fin, al parecer, todo el sistema judicial desconoce la acusación. A pesar de todo lo anterior, el proceso tiene cabida y Joseph K., lucha por recuperar su honor y libertad durante un año exactamente.

A continuación se citarán las lagunas y el funcionamiento legal dentro de “El proceso” que comienza de la siguiente forma:
Alguien tenía que haber calumniado a Josef K pues fue detenido una mañana sin haber hecho nada malo. La cocinera de la señora Grubach, su casera, que le llevaba todos los días a eso de las ocho de la mañana el desayuno a su habitación, no había aparecido”.1
Desde un comienzo el autor nos da la sensación de que algo malo ha sucedido mientras su personaje dormitaba. Tocaron a su puerta tres individuos, encargados de bajo rango que en actitud déspota y sin ningún tipo de documento han entrado a su hogar y le anuncian que es parte de un proceso. Mientras tanto, es amenazado:
—Quiero ver a la señora Grubach —dijo K, hizo un movimiento corno si quisiera desasirse de los dos hombres, que, sin embargo, estaban situados lejos de él, y se dispuso a irse.
—No—dijo el hombre de la ventana, arrojó el libro sobre una mesita y se levantó—. No puede irse, usted está detenido.
—Así parece —dijo K—. ¿Y por qué? —preguntó a continuación.
—No estamos autorizados a decírselo. Regrese a su habitación y espere allí. El proceso se acaba de iniciar y usted conocerá todo en el momento oportuno. Me excedo en mis funciones cuando le hablo con tanta amabilidad. Pero espero que no me oiga nadie excepto Franz, y él también se ha comportado amablemente con usted, infringiendo todos los reglamentos. Si sigue teniendo tanta suerte como la que ha tenido con el nombramiento de sus vigilantes, entonces puede ser optimista. K se quiso sentar, pero ahora comprobó que en toda la habitación no había ni un solo sitio en el que tomar asiento, excepto el sillón junto a la ventana.
Ya verá que todo lo que le hemos dicho es verdad—dijo Franz, que se acercó con el otro hombre hasta donde estaba K. El compañero de Franz le superaba en altura y le dio unas palmadas en el hombro. Ambos examinaron la camisa del pijama de K y dijeron que se pusiera otra peor, que ellos guardarían ésa, así como el resto de su ropa, y que si el asunto resultaba bien, entonces le devolverían lo que habían tomado.
—Es mejor que nos entregue todo a nosotros en vez de al depósito —dijeron—, pues en el depósito desaparecen cosas con frecuencia y, además, transcurrido cierto plazo, se vende todo, sin tener en consideración si el proceso ha terminado o no. ¡Y hay que ver lo que duran los procesos en los últimos tiempos! Naturalmente, el depósito, al final, abona un reintegro, pero éste, en primer lugar, es muy bajo, pues en la venta no decide la suma ofertada, sino la del soborno y, en segundo lugar, esos reintegros disminuyen, sexperiencia, conforme van pasando de mano en mano y van transcurriendo los años”2.

Alarmado sobre su situación K., trata de investigar más sobre el caso pero nadie puede decirle de que se trata. En la experiencia de lectura, se nota a una persona racional que mantiene su inocencia como cumbre básica dentro de su discurso. Pero, conforme van pasando los capítulos, la ansiedad lo captura ¿Será que realmente es inocente? ¿Cómo ser o no serlo si uno desconoce de que lo inculpan?.
Cuando se enfrenta por primera vez ante un jurado, Joseph K., no se cansa de sentenciar el abuso de los oficiales que lo detuvieron, la falta de seriedad con la que se han llevado las acciones legales. En fin,  se queja del trato recibido durante el procedimiento que apenas comenzaba.
Para empezar los juzgados se encontraban en los áticos de los edificios donde el aire estaba cargado por falta de ventilas. Kafka hace una ligera metáfora del ambiente mundano del mundo de leyes. Diciendo que el aire se encontraba “cargado”,  se refiere a que el hombre por sí mismo es sucio y cuándo el aire no limpia su ambiente la suciedad se impregna al medio ambiente.
Los cuartos eran de madera, a sus lados había habitaciones donde burócratas trabajan sin parar, aunque no entendieran propiamente cuál era su función.

Dentro de los juzgados, “K creyó entrar en una asamblea. Una aglomeración de la gente más dispar ––nadie prestó atención al que entraba–– llenaba una habitación de mediano tamaño con dos ventanas, que estaba rodeada, casi a la altura del techo, por una galería que también estaba completamente ocupada y donde las personas sólo podían permanecer inclinadas, con la cabeza y la espalda tocando el techo. K, para quien el aire resultaba demasiado sofocante”3. Ahí fue criticado por llegar una hora y cinco minutos más tarde de lo citado; le fue imposible llegar a tiempo debido a lo ilógico de que en cada azotea de la ciudad se encontrarán los juzgados cívicos (cosa que le sigue sorprendiendo en el estudio del pintor Tittorelli).
Una vez que la corte entra en acción, K se da cuenta de que en las primeras filas tan sólo se encuentran ancianos. El autor hace una analogía al mundo romano donde los ancianos eran respetados por su experiencia y conocimientos.
Al sentir que una cantidad razonable de los asistentes estaban de acuerdo con su quejas, K en un acto de valentía exige un trato más digno y la suspensión del caso hasta que no sea bien informado del mismo y/o se muestren pruebas de su culpabilidad.
Por otra parte, el movimiento en la sala era constante, conforma hablaba los asistentes cambiaban de lado y formaban bancadas que eran libres de cambiar de parecer en cualquier instante, así como un segundo antes lo apoyaban con gestos de aprobación, un instante después podían dejarlo solo en medio de un abrumante silencio.

La experiencia de lectura te transporta nuevamente al mundo pasado, la escena podía simular al circo romano, y el gladiador era K., rodeado de jueces con la capacidad de terminar con su vida de bien, con tan sólo agitar su mazo y dictar sentencia.
Sin embargo, esto no sucede. El caso sigue en un ritmo lento, dónde no se sabe si realmente los encargados de emitir justicia están trabajando o es un simple papel muerto.
Kafka sentencia páginas después que: “Los funcionarios les faltaba el contacto con la población, para los procesos habituales estaban bien dotados, un proceso así prácticamente avanzaba por sí mismo y sólo necesitaba un pequeño empujón de vez en cuando, pero en los casos más simples o en los más difíciles se mostraban con frecuencia perplejos. Como estaban sumidos noche y día en la ley, carecían del sentido para las relaciones humanas y en algunos casos lo echaban de menos. Entonces acudían a los abogados para tomar consejo y detrás de ellos venía un empleado con esas actas que, en realidad, se supone, son tan secretas”4.

Lo anterior es una fuerte crítica social, emite desencanto hacía las autoridades que viven alienadas en oficinas. Ellos que son los responsables de mantener el orden en la ciudad no conocen la realidad de la misma, por lo que no saben como actuar ante las irregularidades que se le presenten.
Así mismo, durante la obra hay una sensación de que la autoridad es esclavista.
Las negociaciones no prosperan debido a la cantidad excesiva de revisiones que necesita en cada una de las instancias judiciales; cada una de estas manos siente que su voto es indispensable para el caso (aunque nadie lo conoce y siempre hay un magistrado de mayor rango que el anterior), por lo que el sistema de leyes se vuelve un aparato burocrático con una infinidad de jerarquías que impiden el accionar jurídico.

Sobre el secreto del caso, se anuncia que: “El procedimiento ante los tribunales es, por regla general, también secreto para los funcionarios de bajo rango. Por lo que apenas algunas veces pueden seguir completamente el desarrollo del proceso que están llevando»5. Kafka retoma la burocracia en este tema como el máximo impedimento laboral.
La declaración anterior llega a los oídos de Joseph K., de la persona menos esperada: un pintor que es el encargado de plasmar el ego de los jueces sobre un lienzo.
Él heredó la técnica de su padre, así que tiene contacto con todos los magisterios del sistema.
Una vez en su estudio, el personaje principal se entera de que: “Las resoluciones finales del tribunal no se hacen públicas, ni siquiera los jueces pueden acceder a ellas, por ello se cuentan leyendas sobre los antiguos casos judiciales”6.
Nuevamente notamos como las escalas son infinitas, si los mismos jueces no conocen las resoluciones quién podrá saberlas (¡!), Kafka dentro del libro logra que su personaje -que siempre estuvo en buena disposición ante su desgracia- comience a perder los estribos, ya que, le es imposible conocer el rumbo de su caso.

Volviendo a las resoluciones finales. El pintor informa a K., que existen tres posibilidades para su caso:
La primera se llama la <<Absolución real>> y es cuando la autoridad libera totalmente al culpado del proceso que lleva a sus espaldas. El libro menciona que es un tipo casi inexistente; por lo que, una vez que un individuo (por ejemplo Joseph K.) está dentro de un proceso, le es casi imposible dejarlo atrás.
Además, esta medida casi nunca es aplicada. Por consecuente, aquéllos que estén en un caso jamás dejaran de ser en cierta medida culpables.
El segundo, <<la Absolución aparente>> en un folio de confirmación de inocencia el pintor escribirá el nombre del acusado.  Con ese papel irá a hablar con los jueces que conoce,  estos contactos confieren una “garantía auténtica y vinculante” sobre la inocencia de alguien.
Posteriormente, el pintor dice: “Pero tampoco es seguro que todos me crean, algún juez reclamará, por ejemplo, que le conduzca hasta él. Entonces no le quedará otro remedio que venir. En un su puesto así, se puede decir que la causa está casi ganada, especialmente porque antes le informaré de cómo tiene que comportarse ante el juez. Peor resulta con aquellos jueces que no me atienden desde el principio, esto también puede ocurrir. Nos veremos obligados a renunciar a ellos, aunque no falten algunos intentos, pero podemos permitirnos ese lujo, que unos cuantos jueces aislados no son decisivos. Si consigo un número suficiente de firmas de jueces en esta confirmación de inocencia, entonces voy a ver al juez que lleva su caso. Es posible que tenga ya su firma, en ese supuesto, todo va un poco más rápido. En general ya no hay muchos más impedimentos, ha llegado el momento para que el acusado tenga una gran confianza. Es extraño, pero cierto, la gente se encuentra en esa fase más confiada que después de la absolución. Ya no necesario esforzarse más. El juez posee en la confirmación de inocencia la garantía de un número de jueces y puede absolver sin preocuparse. Así lo hará, sin duda, para hacerme un favor a mí y a otros conocidos, después de realizar algunas formalidades. Usted sale del ámbito tribunal y es libre”.7
Pero uno no es libre, sino aparentemente libre. Lo que consigue esta modalidad es mantener todo el tiempo el caso en las instancias más bajas, por lo que no hay peligro alguno de perder la libertad que poseen los inculpados en las primeras instancias.
En otras palabras, lo que ofrece la <<Absolución aparente>> es obligar a las autoridades a replantearse la existencia del caso.

Y por último la <<Prórroga o dilación>> que trata , según el pintor en que: “El proceso se mantiene de un modo duradero en una fase preliminar. Para lograrlo es necesario que el acusado y el ayudante, sobre todo el ayudante, permanezca continuamente en contacto personal con el tribunal. Repito,  aquí no es necesario gastar tantas energías como para lograr una absolución aparente y, sin embargo, sí es necesario prestar una mayor atención. No se puede perder de vista el proceso, hay que ir a ver al juez competente en periodos de tiempo regulares y, además, en ocasiones especiales, y hay que intentar mantenerlo contento. Si no se conoce personalmente al juez, se puede intentar influir en él a través de otros jueces, sin por ello renunciar a las entrevistas personales. Si no se descuida nada a este respecto, se puede decir con bastante certeza que el proceso no pasará de su primera fase. El proceso, sin embargo, no se detiene, pero el acusado queda casi tan a salvo de una condena como si estuviera libre. Frente a la absolución aparente, la prórroga indefinida tiene la ventaja de que el futuro del acusado es menos incierto, evita los sustos de las detenciones repentinas y no tiene que temer, precisamente en aquellos periodos en que sus circunstancias son inapropiadas, los esfuerzos y las irritaciones que cuestan el logro de la absolución aparente. No obstante, la prórroga también posee ciertas desventajas para el acusado que no se deben subestimar. Y no pienso en que aquí el acusado nunca es libre, pues tampoco lo es, en un sentido estricto, en la absolución aparente.
Se trata de otra desventaja. El proceso no se puede detener sin que, al menos, haya motivos aparentes para ello. Por lo tanto, y de cara al exterior, tiene que suceder algo en el proceso.
Así pues, de vez en cuando se tomarán algunas disposiciones, se interrogará al acusado, se realizarán algunas investigaciones, etc. El proceso debe girar dentro de los estrechos límites a los que se le ha reducido artificialmente. Eso produce algunas molestias al acusado, que, sin embargo tampoco debe imaginarse que son tan malas. Todo es de cara al exterior; los interrogatorios, por ejemplo, son muy cortos, cuando se tiene poco tiempo o, simplemente, no se tienen ganas de comparecer, sé puede faltar presentando una disculpa, incluso con algunos jueces se pueden fijar de antemano las fechas de determinadas formalidades, se trata, en definitiva, ya que uno es un acusado, de presentarse ante el juez competente de vez en cuando”.8

Vale la pena resaltar que esta es la información más importante que recoge K., a través del libro. Le dice cómo funciona el sistema judicial de su ciudad, que, sin decencia alguna impide a la población ser libre (sin mencionar la completa ignorancia del pueblo sobre lo que puede hacer y no puede hacer).
Para la desgracia de K., le es imposible tomar alguna de estas decisiones. Al parecer, su caso había estado en funcionamiento y un año después, cuándo cumple los 31 años de edad. Jospeh K., es arrastrado por fuerzas judiciales hacía una cantera, dónde a sangre fría es asesinado.

Valorando la obra, se puede decir que “El proceso” es una novela que trata del indivdualismo. De como el hombre no puede ser debido a sus Instituciones, porque como dice el pensamiento anarquista, una vez que el hombre  dona sus derechos en alguien más, este los pierde.
Joseph K., es la víctima de un sistema judicial que no tiene razón de ser; primordialmente ese es el objetivo de la historia: hacer notar a su lector que las leyes están para cumplirse sean justas o no, tengan sentido o no lo tengan.
El hombre se ve atado a los líderes de su sociedad.

El final de la obra raya en la genialidad, porque, literalmente el lector pasa 219 páginas esperando el juicio de los magistrados para que éste no ocurra.
La muerte de Joseph K., no tiene razón de ser; nunca se aclara si es una disposición oficial. Tan sólo es asaltado en su casa nuevamente. Quizás fue asesinado por su conocimiento sobre el sistema o, a lo mejor, fue un simple acto de despotismo por parte de las autoridades…

Valorizando la obra, se debe resaltar la forma en que Kafka escribe los diálogos. Siempre hay un pausa en la cual produce tedio al personaje, ya sean las mujeres que habitan con el pintor, el clima, las interrupciones por sus colegas del banco. En cada uno de los diálogos, Joseph K., sufre para conseguir información vital para su caso.

Es una lectura compleja, ya que, propiamente las acciones narrativas no son sustancialmente importantes; todo el libro es una conjunción de acciones que, al final, no tienen valor alguno.
Por esto msmo, Kafka es uno de los grandes escritores del siglo XX, porque logra que sus obras tengan sentido dentro del absurdo de su narratología.
Kafka plasma en esta obra cómo el individuo queda paralizado ante las Instituciones sociales que ha creado para su defensa. En este caso, el Estado por medio del sistema judicial, inculpa a un joven trabajador de un crimen que desconoce, él mismo aboga por su honor y en conseguir una absoluta libertad; cosa que le es imposible bajo el régimen jurídico de su nación.

Desde mi perspectiva, “El proceso” ha perdurado en el tiempo gracias a la falta de representación del hombre común en las Instituciones.
Kafka antes de la Primera Guerra Mundial logró plasmar la realidad contemporánea del ser humano en el sistema globalizado. En el cual, su voz se encuentra oprimida entre partidos políticos que no buscan el bienestar el común y en los largos trámites para efectuar acciones tan simples como un seguro médico, un permiso para manejar, o cualquier acción que necesite de la autorización del Estado.
En “El proceso” el autor prevé que el sujeto ha perdido importancia; ha dejado de ser el centro del universo en la visión paradigmática del mundo; estas mismas ideas aparecen en la tesis de Zigmunt Buman. Sociólogo polaco que acuña el término de las <<sociedades líquidas>>, que son las que: “Levantaban murallas, torreones, fuertes, para proteger a sus habitantes de invasiones o de peligros exteriores. Era común observar, sobre todo en puertos, la colocación de cañones para alejar a piratas o delincuentes.”9
El término líquido contrapone a lo sólido de sociedades anteriores a la actual, en donde todo parece transcurrir en ambientes menos peligrosos, seguros, tranquilos, a salvo, de cierta paz individual y colectiva. Y quiere decir que al igual que el agua u otros líquidos, nuestras sociedades ven escurrir entre sus organismos internos privilegios, conquistas preciadas, que se van a las cañerías, sin nada que las pueda detener.
<<Las sociedades líquidas>> se distinguen por promover los ideales del consumo desmedido, el individualismo, la desvinculación de toda causa justa y la fragilidad de todo vínculo humano.
Cualquier parecido con la literatura de Kafka es mera coincidencia.

Notas:

1: Kafka Franz, “El proceso”, editorial AKAL, básica de bolsillo, España, Madrid, primera edición, 2007, pp.11
2:Op. Cit. pp.3
3:Op. Cit. pp.46
4:Op. Cit. pp 44
5:Op Cit. pp. 107
6:Op. Cit. pp 150
7: Op Cit. pp.152
8:Op Cit. pp.153
9:http://visionpublica.blogspot.com/2009/04/las-sociedades-liquidas.html